lunes, 25 de enero de 2010

A cadena perpetua


Un año y un día. Hoy hace un año y un día que su hija salió de casa y no volvió. Iba a ver al Cristo de las Tres Caídas y en el camino, sin saberlo, hizo suya la Cruz, ascendiendo a un Gólgota erigido en el aire, nazarena de enero rumbo a la muerte.

Hace un año y un día la rutina se convirtió en mortaja; la duda en presencia; el dolor en la sábana de todas sus noches. Entonces, las aguas del río Guadalquivir amordazaron sus esperanzas y la basura revuelta de un vertedero encadenó su voluntad a la tierra, para no mirar más el cielo, para no tejer más amaneceres en paz.

Hace un año y un día la familia de Marta del Castillo fue condenada a cadena perpetua por un asesino sin estrenar los veinte años, como antes lo fue la de la niña Mariluz, como antes lo fue la de la pobrecita Sandra Palo, como antes lo fueron todas aquellas que han perdido a sus hijos con el corazón hecho jirones y las tripas revueltas de rabia.

Unas murieron en el filo de los celos que entraña el amor podrido. Otras, por la mano enferma de una mente enferma; otras por el simple hecho de estar en el sitio equivocado. Unas murieron a manos de menores como ellas, de jóvenes que aprendieron el código de la violencia y de la sangre sobre el folio en blanco de una víctima inocente.

Hoy hace un año y un día que su niña no volvió a casa, arrasando como un tsunami la vida. Y mientras este país no sepa qué hacer, cómo resolver el abismo penal que devuelve a la calle a los asesinos de sus hijas, la familia de Marta y de todas las Martas con distintos nombres viven condenados a la cadena perpetua de la impotencia.


(La imagen es de Sevilladiario.com)

4 comentarios:

M@r@ dijo...

Por todas esas Martas que dejaron una familia destrozada y que ahora sólo les queda el aliento de que su hija esté en paz...Que se haga justicia con este caso...manda narices de verdad....:(
Un abrazo Ana

Jose dijo...

Lo peor es ver como se rien de todos, en poc tiempo en la calle, y la familia de las victimas en continuo calvario.Saludos Ana

Ana dijo...

Yo tengo dos hijos y le pido todos los días a Dios que no les pase nada, y es que la vida no esta para andarse con chiquitas.. ojala la cosa cambie y no quede impune los crimenes así.. familias destrozadas sin mas.. y asesinos que se rien de su sufrimiento.
Besos Berrendita!

Guarismo dijo...

Tremenda tragedia, tremendas tragedias las de aquellos que pierden a sus hijos a manos de salvajes bestias, menores o mayores, ¡qué más da!

Este país, como bien dices, no sabe qué hacer. Es una pena, una triste impotencia la que se siente... Es una doble tragedia.

(Tus palabras, Berrendita, aun relatando la tragedia, son hermosas...).

Un fuerte abrazo,

Miguel