domingo, 30 de marzo de 2014

Descansa y duerme, Conce querida


En esta madrugada aún tímida se nos acaba de ir mi tía Conce con una vida bien cumplida y llena de amor al lado de un hombre bueno. Madre, hija, esposa, hermana y abuela excepcional, pero sobre todo MADRE CORAJE cuando tuvimos que despedir a mi prima Montse y ella resistió como un roble esa bofetada de la vida y siguió esparciendo amor en todos los que nos quedamos campando por aquí abajo un poco huérfanos de aquella presencia tan querida, tan joven, tan temprano.

Hace apenas unos días le pedía a nuestro Cristo de la Buena Muerte eso: que llegada la hora el momento fuera dulce y te marchases en paz, sin dolor. Sé que ha sido así y que si de verdad existe un cielo ya lo habitas, por tu confianza en Dios y tu fe inamovible. Amor diste y de amor te has ido rodeada, mientras cruzas el puente que separa la tierra de lo eterno. La muerte, o la vida, ha llegado de madrugada, en esta madrugada de primavera que parece invierno.

GRACIAS por la estela de amor y de bondad que dejas; GRACIAS por tu mirada verde, por tu sonrisa, por la ternura que ponías en todo lo que hacías, por preocuparte siempre, por esa voz siempre acariciando al otro lado del teléfono, por tantos recuerdos de infancia, por aquellos diciembres de matanza, morcillas y botillos. Descansa y duerme, cariño mío.

Te queremos, Conce. Tú, que has creído tanto y que tanto nos has querido, cuídanos allá arriba.

(Os queremos, Julita, Juan Mari, Maribel, Conchita y José Luis)

No hay comentarios: